miércoles, 23 de noviembre de 2016

Mis "en silencio" historia con ellas III

Se podría decir que una S (otra más) me hizo olvidar a V, pero dado que fue más un ligero cuelgue que otra cosa no estaría bien definirlo así. Sin embargo sí que he de nombrarla por cierta repercusión, y es la de presentarle a un amigo, que ambos se gustasen y no hicieran nada porque, según ellos, me molestaría a mí. Mis palabras fueron que me daba igual, que si se gustaban que hubiesen intentado algo juntos, ya que al decírmelo no me hubiese molestado y hasta me hubiese sentido bien.

Y llegamos a otro de los puntos de inflexión. E (E2 según la cuenta), alguien con quien V me vio hablar y se mosqueó. Persona que veía casi cada fin de semana, y de hablar, de conocerla y conocer un poco sus gustos acabó por entrar de forma oficial en mi corazón. Por supuesto como cada una tenía sus cosas especiales, sus cosas que la hacían "única" a mis ojos.
Blandita como un peluche, pelo largo por la cintura (que siempre llevaba recogido), más que bajita diría que "del tamaño adecuado"...
Entre otros muchos recuerdos especiales tengo uno de su reacción ante un golpe que me sacudió uno jugando al baloncesto (apunte: soltar un codazo a la cara para defender un balón no es muy legal que se diga), la cual fue acompañarme a la enfermería al verme la nariz algo hinchada, mientras que el resto de los de allí pasamos (me incluyo en el lote) de eso, aunque me retiré a descansar antes de que me viese y pasase lo que he contado.

Otro recuerdo no es tan agradable, pero es importante. Se marchaba por varios meses fuera, por asuntos relacionados con sus estudios. Fui al sitio donde solíamos vernos por si sonaba la flauta y nos podíamos despedir, pero durante toda la noche no se presentó en el lugar.
Cuando me marchaba con mi colega y me alejaba de la puerta algo (intuición, sexto sentido o como queráis definirlo) me dijo que me volviese, y al girar la cabeza allí estaba ella, justo donde seis segundos antes no había estado.
Por supuesto hubo despedida (con algunas palabras no del todo acertadas por mi parte, pero sin llegar a lo maleducado, sino más bien a lo depre), y hasta acabé deseándole buen viaje y mucha suerte.

No fue hasta un año después (mes arriba o abajo), cuando volví a verla, muy muy cambiada. Lo primero era el pelo corto, y lo segundo que era mucho más fría conmigo que antes de irse.
Solo comenté que me alegraba de verla y de sabe que todo le había ido bien y listo.
Como se suele decir, nunca más se supo. Guardo un grato (y triste) recuerdo de ella, y espero que todo le haya ido bien.