martes, 17 de noviembre de 2015

Pasaje de Daniel (IV)

Capitulo V

    Daniel no podía dormir. El no saber que le depararía el mañana le impedía conciliar el sueño. Miró el reloj. Las 11:45. Debería despertarse sobre las cinco y media para dejarlo todo recogido antes de reunirse con Limiri y marcharse sin hacer ruido para no despertar a Feint y que se enterase de la verdadera hora de su marcha. Había mentido a sus amigos sobre esa hora para que no le estuviesen esperando y poder irse si n despedirse. Eso se le haría muy difícil, pensó. Aquí están casi todos mis recuerdos, todo lo que he ido aprendiendo de la vida. Mientras pensaba esto, volvió a mirar la hora. Las 11:45.
    - Vaya, parece que no corre el tiempo. Juraría que como mínimo deberían haber pasado diez minutos. El no poder pillar el sueño me esta haciendo pensar cosas raras.... Y encima esa historia sobre Zeus, el dios griego. Claro que ahora que pienso, creo recordar que también había un dios que podía manipular el tiempo. ¿Tendrá él algo que ver con mi reloj? Uaaaghh.
    Bostezó. Parecía que por fin el sueño podía con el. Volvió a mirar el reloj. Las 11:45. Se habrá estropeado, pensó. Aunque me extraña en un reloj digital. Mientras tenia este pensamiento, se durmió.
    - Abre los ojos, heredero.
    Esa voz le resultaba extraña. Daniel abrió los ojos. Ante sí tenía una habitación repleta de libros, con varios relojes de arena repartidos al azar.
    - Heredero, mira me.
    Se giro hacia donde venia la voz, y encontró a un anciano vestido de blanco, con unas barbas también blancas.
    - ¿Donde estoy?
    - Estas en tu sueño, heredero.
    - ¿Y quien es usted? ¿Como es que sabe quien soy yo?
    - Todo lo que me preguntas tendrá su respuesta en su debido momento. Lo único que puedo decirte es que confíes en tu instinto y en tu herencia. Eres mas de lo que tu crees que eres. Solo tu puedes defender la caja de Pandora. Pero antes. deberás...
    Daniel se despertó de repente. Durante un rato se quedo mirando el techo, tratando de recordar todo lo que le había pasado en el sueño, todo lo que había hablado con el extraño anciano. Se giro para volver a mirar la hora.
    Deberían ser las 3, como mínimo. El reloj marcaba las 11:45. Confundido, decidió mirar su reloj de pulsera, que tenia guardado en un cajón. Marcaba la misma hora. Se volvió a tumbar en la cama, recordando de nuevo la conversación. "Confía en tu instinto", le había dicho el anciano.
    - Antes de dormirme, mi instinto me llevo a recordar algo sobre un dios que podía manipular el tiempo. Chronos, creo que se llamaba.
De repente, algo pasó por su mente. ¿Y si ese tal Chronos estaba manipulando su tiempo? Miro el reloj nuevamente. Las 3:27. Miró estupefacto el reloj. Era del todo imposible que en tan poco tiempo hubiese pasado lo que el creía que era el tiempo que le faltaba de antes. Se volvió hacia la pared, tratando de volver a conciliar el sueño y olvidando el tema. Ya se lo preguntaría mañana a Limiri.
    - Bueno, canalla, ¿te duermes ya o te tengo que dar cloroformo?
    - ¿Feint? ?Que haces despierto?

miércoles, 11 de noviembre de 2015

Pasaje de Daniel (III)

CAPÍTULO IV

- ¿Qué he de hacer qué?
    - Eliminar a Zeus. Y yo seré tu guía en este viaje.
    - Pero, como, esto, yo....
    - Tranquilizate. Espera un poco y entonces trata de decir lo que quieres.
    - Esto.., ¿como que ese es mi legado?
    - Es el legado de tu familia. Tu madre también tenía ese legado. Pero tus hijos no lo tendrán, porque tu eres el elegido para terminar con la saga.
    - Pero mi abuelo no me dijo nada nunca de ese legado. ¿O es que acaso él no pertenece a este legado?
    - Tu abuelo me prometió que sería yo quien te hablase el primero de tus deberes, así que no podía decirte nada.
    - Aun así, todo esto es muy repentino. No se si estoy preparado para la misión que me estas encomendando. Además, la directora necesitará un justificante de baja para dejarme salir de aquí, y los tramites de los mismos suelen durar varios meses.
    - La dirección de este centro recibió el justificante en el mismo momento de tu ingreso. Una de las condiciones que puso tu abuelo es que en determinado momento, un hombre misterioso preguntaría por ti y te llevaría consigo para reunirte con tu familia. Y ese momento ha llegado.
    - No puedo irme sin más, necesito seguir aquí aprendiendo.
    - Ya eres mas inteligente que los mismos profesores. Tus capacidades con el deporte también demuestran que estas casi maduro físicamente.
    - No puedo irme sin, al menos, despedirme de mis amigos.
    - Nunca he dicho que te fueras a venir a la fuerza. Esto ya estaba pensado desde el principio. Podrás despedirte de tus amigos, aunque, lamentáblemente, sólo dispondrás de un día. Mañana a las seis de la mañana te pasaré a buscar. Deja aquí lo que creas menos importante. Tus trofeos, tus libros, cosas por el estilo. No los necesitarás. Vamos a estar viajando casi continuamente, así que no creo que sean necesarios. Por favor, perdóname por adelantado.
    Después de decir estas palabras, Límiri se puso en pie y se dirigió a la salida, dejando solo a Daniel. Una vez solo, Daniel se puso a mirar por las ventanas del despacho, observando como la gente salia de las aulas y se dirigía a los patios. Se levantó él también y salió del despacho. Saludó a la directora cuando se la cruzó por el pasillo. Mientras caminaba por el recinto que había sido su hogar durante la mayor parte de su vida, asimilaba poco a poco la conversión que acababa de tener con....¿como se llamaba? Límiri. No acababa de asumir que él fuese el heredero de no se que estirpe de una antigua presencia griega. Sin darse cuenta se había dirigido a su comedor, donde sus compañeros, sus amigos, le estaban guardando un hueco para que comiese con ellos y les contase el motivo por el cual le habían llamado en mitad de clase y no había vuelto.
    - Eh, tu, Daniel, piltrafilla- Dijo uno de sus amigos- Vente aquí y cuenta nos en que movida te has metido para que te hayan llamado a ti, el gran Daniel, a la presencia de la directora.
    Esbozando una leve sonrisa al ver que al menos ellos seguirían siendo los mismos aun no estando él, se acercó a la mesa.
    - Vamos chaval, que todos sabemos que tu eres incapaz de hacer algo malo. Cuéntanos que ha pasado, no nos dejes con las ganas.
    - Si, eso. ¿Es que acaso hay una nueva competición de spicht y no nos has avisado? Mira que eres canalla.
    Daniel sabia que no podía decirles lo de su legado, así que optó por seguir la broma que acababa de oír y hacerles creer que se trataba de eso.
    - Vaya, habéis dado en el clavo. Si, precisamente se va a organizar un torneo bastante importante, en el cual van a competir los mejores centros de todo el nortcontiente. También va a haber una competición de esgrima y de tiro con arco, y ya sabéis que no es que se me den mal, precisamente. La directora ha pensado en mi al hablar con el profesor Takami, el de deportes.
    - Si es que eres un crack, tío. Se te da bien todo.
    El que había hablado ahora era su amigo Feint, que además era su compañero de habitación.
    - Bueno, ¿y cuando te marchas?
    - Mañana mismo, a las ocho de la mañana.
    - Entonces, te ayudaremos a preparar tu mochila. Así estamos contigo en tus últimos momentos de vida entre estos muros.
    Conteniendo las lágrimas, Daniel les dio las gracias a todos. Después de comer prepararon lo que Daniel necesitaba para su viaje y se pasaron el resto de la tarde jugando y haciendo bromas. Cuando llego la hora de irse a dormir, cada uno le dio un abrazo y le entregó un pequeño recuerdo.
    Daniel entro en su cuarto, se tumbo en su cama, y se dispuso a pasar su ultima noche en ese sitio.

viernes, 2 de enero de 2015

Project Wings (capítulo 1)

Bip, Bip, Bip.
    La alarma resonó por toda la sala de control.
    - !Aquí base de control a centro de defensa 3, base de control a centro de defensa 3! Contesten, maldita sea.
    - Base de defensa 3, respondiendo a la llamada de base de control. ¿Qué cojones pasa para que llaméis de esa manera?
    - Los globos-sonda han detectado la entrada al planeta de tres oleadas de Kleiners. Dos de ellas constan de dos alados, mientras que la tercera tiene quince miembros.
    - ¿Estais seguros de las cantidades? No me gustaría que esos cabrones nos volviesen a dar una sorpresa.
    - Roger, confirmado. Ninguno de los grupos ha variado, y nos lo acaban de confirmar por medio de los satélites térmicos.
    - Entendido. Mandadnos las coordenadas de las posiciones que vayan ocupando a nuestra centralita de apoyo en tierra, que partimos de inmediato a su encuentro.
    - De acuerdo. Que tengáis suerte.
    - Eso espero. Corto y cierro.
    El teniente Cohern, que acababa de contestar a la radio, puso en pie a su tropa en el menor tiempo posible. Los enemigos estaban entrando de nuevo en guerra, y él no podía permitirlo.
    - Arriba, gandules. Esos hijos de perra de los alados vuelven a tocarnos los cojones. Pero esta vez serán ellos los que pidan clemencia cuando vean nuestras hélices cortar a cachitos sus asquerosas alas y se precipiten al vació. No tengáis miedo de sus armas, no os harán nada si mantenéis el plan de vuelo que hemos estado probando estas ultimas semanas. Venga, mandadles al infierno en memoria de vuestros compañeros caídos.
    - !A la orden señor!- Respondieron todos a una, a plena voz.
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    En apenas cinco minutos estaban todos ya preparados para partir. Salieron corriendo hasta el hangar, donde el personal encargado del mantenimiento de los aparatos estaba en pleno caos. Ellos también Debian estar preparados en caso de emergencia, y ahora estaban trabajando a marchas forzadas para tener los aviones tipo "Barón Rojo II" listo para partir en cuanto llegasen los pilotos.
    Cada piloto se dirigió a su avión. Comprobaron que todos los aparatos estuviesen a pleno rendimiento y fueron saliendo a la pista de aterrizaje de uno en uno. Aexis parecía no adaptarse a las nuevas modificaciones que habían aplicado a estos aviones. Cierto que el cierre de la cabina podía salvarles la vida, incluso que así podrían volar a mas velocidad para una intercepción, pero el aumento del blindaje y las armas habían obligado a aumentar también la potencia, y el control parecía resentirse en determinados momentos, varios de ellos bastante peligrosos. No le dio más vueltas al asunto y ocupó su lugar en la pista.
    Poco después de que todos los aviones despegasen les empezaron a llegar los datos sobre la localización y recorrido de los Kleiners. Tres oleadas, dos de ellas de solo dos miembros, y una tercera, de quince. Ellos eran solamente ocho. Sería una ocasión perfecta para probar las nuevas tácticas y las modificaciones en combate.
    - Aquí el teniente Cohern, en cabeza del tercer batallón aéreo de intercepción/eliminación de Kleiners, a todos los miembros de este batallón. Las ordenes son ir directamente a por el grupo de mayor numero.
    - Teniente, ¿y los otros cuatro alados?
    - De ellos se encargaran el segundo y cuarto batallón. No deberían tener ningún problema al ser superiores en numero. Nosotros solo hemos de concentrarnos en detener a los que se nos ha asignado. Parece ser que portan una gran esfera.
    - Casi me da miedo preguntar, pero, ¿cual creen en logística que puede ser su objetivo?

    Silencio. No necesitó nada más para saber cuál iba a ser el objetivo. No dejaría que lanzasen esa bola cerca del complejo de salvamento. Allí se encontraban los hospitales, las escuelas y las casas de la gente que había perdido lo que poseía por culpa de los ataques a la ciudad. Kishbu no dejaría que así fuese. Allí estaba lo que mas quería, su esposa y su hija.
    Todos tenían algo allí que defender. Apretaron el ritmo de sus aviones, manteniendo la formulación en línea. No tardaron ni diez minutos en ver a su objetivo. Cierto, portaban una gran esfera entre cuatro. Probablemente esperaban causar caos con las dos primeras oleadas y así alejar la atención del grupo principal.
    La radio dio tres pitidos correlativos, lo que indicaba que el ataque había comenzado, y que cada miembro debía ocupar su puesto. Sin perder un segundo de tiempo, se dividieron en dos grupos, uno de cinco y otro de tres, y cada uno formó una V. El grupo de tres estaba liderado por Kishbu, mientras que el otro lo lideraba el teniente. El grupo de Kishbu se adelantó para ser los primeros en atacar.
    Los Kleiners estaban preparados cuando llego el primer grupo. Una lluvia de EV`s (Esferas de Vacío) del tamaño de canicas les recibieron. Los aviones esquivaron la mayoría, pero unas pocas impactaron sobre las alas. El blindaje aguantó el primer envite. Esta vez los que atacaron fueron los aviones. sus metralletas disparaban ráfagas contra ellos, que tuvieron que dividirse para esquivarlas. Debían alejar a los aviones de la esfera, al menos el tiempo suficiente para poder lanzarla. Cuando se encontrasen a cien metros del suelo todo habría acabado, y podrían destruirla si quieran. Nada cambiaría entonces.
    Sethlem, uno de los alados, y cabecilla del golpe, dirigió a dos de sus hombres hacia los portadores y les ordeno defenderles. Luego se dirigió él mismo a por esos asquerosos "normales", como se autodefinian. Saco de un bolsillo de su ropa un puñado de EV`s, y arrojó la mitad. Tal y como esperaba, volvieron a repetir la maniobra para evitar el contacto. Aprovechó ese momento para estirar completamente hacia atrás sus alas, proporcionándole así más velocidad. En un abrir y cerrar de ojos se plantó junto a la panza de unos de los aviones. Se dio media vuelta y arrojó las EV`s restantes sobre el motor del avión, que desapareció en una nube de diminutas esferas negras. Este se precipitó al vació, mientras que Sethlem miraba satisfecho la trayectoria que tomaba.
    La alegría le duró poco. Antes de que se diese cuenta, dos de sus compañeros caían, cada uno por un lado, abatidos por el fuego de los otros dos "normales". Y se dirigían hacia la esfera. La ira le invadió, y miró al otro grupo, que estaba a punto de darle alcance. Cogió una esfera mayor, que tenia oculta en la espalda, y la arrojó contra los que venían. Cuando la estaban esquivando les arrojó otra ración de EV`s de su bolsillo, pero no con la intención de acertarles a ellos, sino a la esfera. Así lo hizo, liberando su poder. Dos de los cinco aviones perdieron parte de su fuselaje, mientras que un tercero desapareció entero en el vació formado. Por lo menos había dejado las cosas algo más igualadas. Se dirigió entonces a ayudar a matar a los dos cerdos que ya estaban en combate con los portadores.

La radio crepitó en la cabina de los dos aviones que quedaban. La voz del teniente Cohern sonó después y les ordenó que volviesen junto a los restantes para llevar a cabo la operación entre todos. Cambiaron su dirección por una descendente, trazando una ligera parábola pasando cerca de otro alado que les intentó atacar.
    En un par de minutos se juntaron los cinco aviones restantes y volvieron a la formación en v, liderada de nuevo por el teniente. Eran cinco para cinco, pero debido a la esfera, practicamente parecía ser que tres de los Kleiners no podrían oponer mucha resistencia, mientras que uno de ellos podría unirse al que parecía ser el líder para organizar la defensa. Alcanzaron la misma altura que sus enemigos: el ataque sería frontal. A medida que se acercaban quitaron los seguros de sus armas.
    La imágen que vieron según acortaban distancias les hacía presagiar que el trabajo no sería fácil. El líder de los Kleiners estaba de pie sobre la esfera, con sus alas extendidas horizontalmente, ligeramente inclinadas hacia abajo en su parte exterior. Tenía los brazos cruzados sobre su pecho, mostrando indicios de ser alguien muy peligroso. Lentamente separó los brazos, dando una orden a sus hombres.
    - Soltad la bola, emisarios. Plan de ataque espiral.
    Inmediatamente los cuatro soltaron la bola, que empezó a descender sobre su objetivo. A la vez que esto sucedía, los cinco alados se lanzaron sobre los cinco aviones formando una espiral cerrada. Su táctica era doble: por un lado, proteger con sus cuerpos la esfera hasta que fuese demasiado tarde, y atacar por sorpresa a los aviones con una lluvia doble de plumas y EV`s. También aprovecharían el impulso que llevaban para separarlos y así tener más posibilidades de que su primer cometido llegase a buen puerto.
    Los dos aviones que formaban la cola de la V ascendieron por encima de los demás y les superaron rápidamente, debido al rebufo. Ellos  fueron los que lanzaron el primer ataque sobre la espiral. Una nube de plumas surgió de ella, y un Kleiner cayó abatido. Pero no tuvieron tiempo para celebrarlo. De entre la nube de plumas surgieron dos esferas del tamaño de manzanas, que acertaron en los aviones. Uno alcanzó un ala de uno de los aviones, haciendo desaparecer parte, y obligando a su piloto a saltar para salvarse. La otra exploto justo en la cabina del segundo aparato, arrancando parte de esta y la cabeza y hombros del piloto. Los restos del segundo aparato cayeron en barrena.
    Ahora eran tres para cuatro, y con una clara ventaja para los Kleiners.Pero ni el teniente Cohern ni Kishbu se rendirían facilmente. Ya habían luchado antes en muchas batallas y se compenetraban a la perfección. Separación, esa seria la clave. Separarse y realizar ataques desde varios puntos simultaneamente. No creían que pudiesen evitar todos los disparos.
    Dicho y hecho, las ordenes fueron dadas. De frente estaba Cohern, esperando a que Kishbu atacase desde abajo. Era una típica táctica suya. Primer enfrentamiento. Los disparos de Cohern fueron esquivados, pero no los de sus dos hombres, que abatieron a un alado. Tres para tres, la cosa se igualaba.
    Una lluvia de EV`s fueron a recibirle, pero él las esquivó facilmente. Sethlem empezaba a estar molesto: esos pesados de los Mutters estaban acabando con sus hombres. Claro que mientras perdían el tiempo con ellos, la esfera seguía descendiendo. Y este planeta tenia una gravedad superior a la del suyo, así que calculo que el tiempo que faltaba sería de unos escasos minutos. Metió la mano en su bolsillo para coger mas Ev`s, pero se le habían terminado. Solo le quedaban tres en su cinturón, y no estaba dispuesto a gastarlas si no tenia blanco fijo.
    El ruido del motor de un avión le avisó de que alguien le venia por encima. Casi sin mirar cogió una de las esferas y la lanzó sobre su objetivo, golpeándole en un costado. Una buena parte del casco desapareció por efecto de la EV, mientras que algunos cables colgaban y lanzaban chispas. El depósito empezó a soltar combustible, que, al contacto con unas chispas, convirtió al avión en una bola de fuego que explotó en decenas de cachos. Tres para dos, pensó.
    Ni el teniente ni Kishbu siguieron la trayectoria del avión que acababa de explotar: no disponían de tiempo. Acatarían con todos esos perros en honor de sus compañeros caídos en esta lucha, y evitarían que la esfera alcanzase tierra. Entre los dos acribillaron a balazos a otro Kleiner, y se dispusieron a terminar con el jefe. Sethlem les lanzó las dos EV`s restantes, pero las hicieron desparecer bajo una ráfaga de disparos. Estas mismas ráfagas continuaron hasta que la alcanzaron en el hombro y el ala derechas, haciéndole caer.
    Ante la caída del líder, tanto Cohern como Kishbu se lanzaron tras la esfera, que les sacaba un buen trecho. Kishbu empezó a tomar ventaja, y parecía que iba a lograr alcanzarla. Pero cuando superó a su teniente, éste vio que en su panza llevaba sujeto al Kleiner que faltaba, y que ambos habían olvidado. No podía dispararle, ya que corría el riesgo de acertar sobre el avión e impedir que llegase a interceptar la esfera.
    El Kleiner subió hasta la cabina del avión, y sacó de su cinturón una EV. Por lo visto, a ellos no les importaba inmolarse.
    - Kishbu, tienes un polizón en el avión. Trata de sacudírtelo.
    - No se si podré. ¿No puedes acertarle con tus ametralladoras?
    - Es difícil, podría darte a ti en su lugar.
    - Entonces trata de matarle con tus aspas. Mientras yo trataré de zafarme de él.
    Hizo varios movimientos bruscos, pero el Kleiner usaba sus alas para mantenerse unido a el. Viendo que no podía zafarse de él, mantuvo el rumbo descendente hacia la esfera. El Kleiner se alzó ligeramente para prepararse para lanzar la bola, pero no pudo hacerlo. El teniente Cohern había logrado alcanzarles y situarse justo detrás del alado, a la espera de ese gesto. Sin pensarlo, usó las aspas del avión como arma. Centenares de trocitos de cráneo y cerebro se esparcieron cuando las aspas trituraron el cráneo del alado. Desgraciadamente, la esfera salió  despedida de su brazo y golpeó las aspas, dejándolas inservibles. No tuvo mas remedio que separarse de Kishbu y dejarle hacer a él.
    - Buena suerte.
    Kishbu se acerco a la esfera. Apretó el gatillo, pero se había quedado sin munición en el último ataque. La esfera continuaba su camino, y las esperanzas de los dos se disolvieron al escuchar el cargador vació.
    - Teniente, lo siento. Solo hay una salida para esto.
    - No serviría de nada que te estrellases. Lo mas probable es que empujases la esfera y llegase antes al suelo.
    - No me refiero a eso.
    Aceleró aun más su avión hasta casi hacer explotar el motor. Cuando estuvo a unos escasos metros viró completamente el aparato, poniéndolo horizontal y boca abajo. Activó la ejección de su cabina y se liberó de su paracaídas para que no le frenase. Kishbu apenas podía moverse por la velocidad, pero sabía que tenía escasos segundos para llevar a cabo su plan. Dirigió su brazo hacia su cintura y cogió un revolver de seis disparos. Apuntó, disparó, y la esfera estalló, engulliéndole a él, a su aparato, y la parte superior de dos grandes rascacielos. Había logrado  detener la esfera, a costa de su vida. Cohern logró planear algo con su avión antes de saltar, y así alejarse del vació creado por la EV. Entonces activó su ejección.
    Con lágrimas en los ojos descendió ligeramente hasta el suelo. Una vez que hubo llegado, avanzó hacia el lugar donde se debía hallar un cuartel militar. La cabeza del hombre que también se había arrojado en paracaídas unos minutos antes se estrello a sus pies, levantando una nube de polvo. Sus ojos tenían una expresión de horror como nunca antes había visto. Se dio media vuelta y se encontró flotando torpemente al líder de los Kleiners. Le faltaban muchísimas plumas del ala derecha, y tenía ésta y el brazo derecho totalmente cubiertos de sangre. Tenía su brazo izquierdo sobre su costado derecho, tratando de taponar una herida.
    - Habéis impedido que nuestra esfera tocase tierra, pero eso no quiere decir que tengáis que seguir vivos ni que podáis cantar victoria. Volveremos.
    Escupió. Con mucha dificultad ascendió hasta que se perdió de vista. Cohern recuperó la cabeza del pobre hombre y volvió a dirigirse al cuartel. En cuanto se hubiese aseado y estuviese más tranquilo tendría que ir a ver a la mujer y a la hija de Kishbu para explicarle el por qué nunca jamás volvería a casa.